Las festividades en honor del Señor de Luren, consisten en una multitudinaria manifestación religiosa iqueña. En Ica, como en Lima, el mes de octubre es mes de devoción y fervor para los pobladores que profesan la religión católica. Cada tercer lunes de octubre, desde las siete de la noche, cuando el calor del desierto empieza a aplacarse, se inicia la multitudinaria procesión del Señor de Luren, patrón de la ciudad de Ica.
Miles de fieles, venidos desde todas partes, acompañan a la imagen que recorre, durante más de quince horas, las calles de la ciudad. Los iqueños le construyen arcos y alfombras de flores y cantan alegres a su paso. Hay emoción pero, sobre todo, humildad y fe. Para el historiador Arturo Jiménez Borja, ésta es una procesión recogida, respetuosa, iluminada por infinitos cirios que portan las manos de sus devotos seguidores.
Otra de las fechas en que el fervor católico y los incondicionales al Señor de Luren salen es para SEMANA SANTA, donde nuevamente las calles de la calurosa Ica se llena de ese mar de devotos que acompaña incansable al Señor de Luren. Este año llevo un sudario fucsia con encajes dorados El Señor de Luren, crucificado en el madero de una gran cruz, eleva la majestad de su presencia morena sobre el mar humano que lo rodea. Rostro, cuerpo, manos y pies áridos son iqueños. Desde el alto trono de su anda, sencilla pero hermosa, contempla a su pueblo y le responde con mirada larga y profunda. Éste es, el Señor del desierto.
La historia del Señor de Luren se remonta a la de la conquista española de esta parte del Perú. Se dice que su nombre se deriva de la voz quechua Hurin, que significa "bajo", en alusión a la parte baja del valle de Ica, lugar donde se inició el culto a su imagen.
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